En retórica, la licencia es una figura literaria que tiene como finalidad solicitar permiso a una audiencia o persona para expresarse con completa libertad, pese a la incorrección de la expresión utilizada.
Por otra parte, la licencia pertenece a las figuras del pensamiento como la amplificación y la acumulación. Cuyo propósito es quebrantar las normas del lenguaje y la forma de utilizar las palabras, personajes y voces. De tal forma que no sean semejantes, pero que es soportada por los sabios.
En tal sentido, vale destacar que aquello que se quebranta es la gramática. Cuando la licencia se refiere a la poesía, estamos en presencia de una licencia métrica. Que generalmente, se refiere a la organización de figuras poéticas como en el caso de los sonetos.
Por el contrario, si la licencia es de tipo retórica, estamos en presencia de una estructura que no se relaciona con el poema, sino con lo expresado literariamente.
Del mismo modo, tiene un impacto estético de destierro, que en palabras muy comunes logra convertirse en un semejante de la figura retórica.
En tal sentido, la misma tiene como función expresar un reclamo sustentado a un receptor específico. Para que se enfrente a un hecho desconcertante por medio del amor a sí mismo, la nobleza o la facultad de aceptar verdades desagradables.
Ejemplo de licencia
- La forma de una guitarra es como el cuerpo de una mujer, por eso las manos del hombre se acoplan a la perfección en su silueta. En cambio, el cuatro es varón por lo que es recio y temerario.
- Maldigo el día en que te acepté en mi vida, pues no sabía la clase de sabandija que eras.
- Concédeme Dios mío el don de la palabra para expresar a través de ella lo que siento desde que me entregué a su voluntad.
- ¡Oh grato sol que iluminas mis días! dame la dicha de encontrar reposo a tan angustiante desvelo que afecta a mis anhelos.
- Violín, tú que con tus tonos agudos llenas de brillo todo el lugar. Delicada melodía que se ve opacada con los graves de aquel bajo insonoro, sordo y poco armonioso.
- Si fuera sabido que mis días terminarían en un infierno jamás habría pensado en seguirte. Maldigo mi decisión, maldigo mi ingenuidad, maldigo todo lo que me hizo llegar a donde tú estás.