En literatura, la esticomitia tiene como finalidad concentrar en un único verso una idea integral. Asimismo, es capaz de proporcionarle a la frase un significado barroco o de aporismo.
Esticomitia y la métrica
En la métrica, la esticomitia es una figura que observamos cuando en una consecución de versos, existe una concordancia entre la sintaxis y la métrica. Es decir, cuando hay una coincidencia idéntica entre los versos y frases de un estribillo.
Etimológicamente la palabra esticomitia proviene del griego στιχoϛ que significa fila, línea, renglón o verso y μυθoϛ que significa habla. Por tanto, esticomitia es στιχομυθία que significa literalmente “hablar verso a verso”.
Su opuesto es el encabalgamiento, que ocurre cuando se observa la separación entre el verso y la sintáctica al ser alguna de estas mayor a la otra.
En el teatro
En el teatro, podemos observarla cuando en los diálogos de una obra literaria, los personajes de la misma se expresan oralmente con versos alterados. Sin embargo, no siempre se conserva una precisión exacta.
Origen y cronología de uso
En la poesía, es más que solo una reunión, y puede encontrarse dentro del romance de la mayoría de las fábulas. Tales como, la rima grecolatina, la bíblica y por mucho en la lengua española, en la legendaria y la oda.
En sentido, es fácil encontrar en toda la extensión de la literatura hispánica una marcada influencia de la esticomitia en sus versos. De hecho, podemos hallarla aun en las poesías más antiguas.
Ejemplo de esticomitia
- Si no me quieres amar, no es mi anhelo obligarte, pero como dejo de un lado, lo que me alma siente al mirarte.
- Ora al señor en silencio. Ora al señor con el alma. Ora al señor que es eterno. Ora al señor sin murallas.
- De todo lo vivido ¿Qué he aprendido?
- Viaje entre ríos y montañas. Sentí la vida volver a mi alma. Las horas pasaban lentamente. Mientras el horizonte se habría a mi paso.
- Pude ser sin conocer nada de la vida. Seguí sendas inciertas y tenebrosas. Tuve miedo de ver mi rostro esquelético. Y aunque sufrí y caí y a veces morí, sigo sin ser ni saber nada.
- Me refugio en la calma de un hogar muerto. Tan sombrío y polvoriento. Con otoñal paisaje, que en un umbral veo. Sobre el río lagunero dejo pasar las horas sobre las manecillas del reloj dibujado en el cielo.
