Jesucristo. Jesús de Nazaret, o Cristo; nació en Belén. Fue un predicador judío fundador de la religión cristiana. Se hizo llamar el Mesías y así lo consideraron sus seguidores. El nombre de Cristo significa en griego «el ungido» y viene a ser un título equivalente al “enviado de Dios”.
Familia e infancia
Según el Evangelio del apóstol Mateo (1,18-2,23) conocemos por las Sagradas Escrituras que Jesús fue “concebido por obra y gracia del Espíritu Santo” dentro de una familia recién constituida por María y José. María fue fecundada y José resolvió repudiarla, pero el arcángel Gabriel le anunció en sueños que el embarazo de María era obra del Espíritu Santo y pronosticó que su Hijo sería el Mesías, el Rey que esperaban los judíos. Para que María, Madre de Jesús, quedase encinta del Hijo de Dios, no podía habitar en el cuerpo de una pecadora, por lo que ella fue concebida sin pecado alguno, llamándola así, Inmaculada Concepción, es decir, “la concebida sin mancha”, la que desde que fue engendrada estuvo libre de cualquier tipo de pecado.
Jesucristo. Edición por Escueladeletras.com. Original por Queven en Pixabay.
El Niño Jesús nace en un portal de Belén y pasa su infancia y juventud en Nazaret, en Galilea. Huyó con sus padre a Egipto tras las amenazas del Rey Herodes, que, al oír hablar de que había nacido el Hijo de Dios, mandó matar a todos los varones menores de un año. Se dedicó a ayudar a su padre José en la carpintería y también pasó el tiempo estudiando las tradiciones judías de la época.
Su curiosidad era tan grande que como queda reflejado en la Biblia, acudía al templo frecuentemente para poder hablar con su Padre e intercambiar ideas religiosas con los entendidos en la materia. Fue a los doce años, cuando de regreso con una caravana tras una visita a Jerusalén por celebración de la Pascua, los padres no localizan entre el gentío de vuelta a Jesús, por lo que deciden volver a Jerusalén y lo buscan hasta encontrarlo en el templo escuchando, respondiendo y conversando entre los doctores. Todos se quedaban sorprendidos ante la sabiduría demostrada en sus exposiciones. De ahí proviene el famoso episodio “el Niño Jesús perdido y hallado en el Templo“.
Vida Pública
Dieciocho años después llega a los 30 años y comienza su vida pública. Fue bautizado por Juan “El Bautista” en el río Jordán. Este le había señalado como su sucesor. Comenzó a predicar y enseñar el Reino de los Cielos, para lo cual Dios lo había enviado a la Tierra. Jesús escogió a 12 hombres para que lo ayudaran en esta obra y los hizo sus apóstoles, sus predicadores para hacer extensiva su doctrina.
Jesús de Nazaret era un predicador errante. Tras manifestar su sencillez entre la población que le rodeaba, aumentó su popularidad y también el número de seguidores. Sus doce apóstoles conformaban su núcleo más cercano. Jesucristo dedicó gran parte de su vida a predicar las enseñanzas de Dios. Recorrió numerosos lugares de Palestina, consiguiendo la atención de gente de todas las partes ¿Cómo podía mover tanta masa?, hablaba y predicaba con metáforas, relatos que llegaban al sentido del ser humano, para hacerles reflexionar. Pese a la admiración de gran parte de la población, Jesús fue acusado de hipocresía moral.
Los núcleos de poder le acusaban de realizar patrañas con los milagros. Lo veían como una amenaza que haría temblar los cimientos de sus creencias y sus intereses. Los más humildes se identificaban con la Palabra de Jesús y sumaba seguidores debido a los milagros que le atribuían.
Milagros expuestos en los Evangelios del Nuevo Testamento
Según en el Nuevo Testamento, específicamente en el Evangelio, Jesús hizo varios milagros. En los cuatro evangelios canónicos señalan veintisiete milagros, catorce curaciones de distintas enfermedades, cinco exorcismos, tres resurrecciones, dos prodigios de tipo natural y tres signos extraordinarios.
Convirtió el agua en vino (Juan 2:1-12), La multiplicación de los panes y peces (Mateo 14: 13-21), Caminó sobre el agua (Mateo 14: 22-27), Calmó la tempestad (Mateo 8: 23-27), Resucitó a Lázaro (Juan 11: 38-44), Sanó a diez leprosos, de camino a Jerusalén, mediante la palabra (Lc 17,11-19), Dos ciegos reciben la vista (Mateo 20: 29), Sanó a un ciego en Betsaida poniéndole barro y saliva en los ojos e imponiéndole las manos (Mc 8,22-26); En los evangelios canónicos aparecen cinco relatos de eliminaciones de espíritus impuros (exorcismos) realizados por Jesús. Además, hay varios pasajes que hacen referencia de modo genérico a exorcismos de Jesús (Mc 1,32-34; Mc 3,10-12).
Jesús de Nazaret el Hijo de Dios
Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios, por tanto, la figura en torno a la cual, giran gran parte de las creencias religiosas del Cristianismo. Sin embargo, también hay una serie de corrientes de pensamiento que no comparten las ideas cristianas y ponen en duda los relatos de la Biblia, en su mayoría, niegan los hechos, vivencias o doctrinas que se le atribuyen a Jesús de Nazaret.
A las teorías que defienden esto se les denomina como Mito de Jesús, y señalan que todo lo que dice la Biblia o en los documentos históricos que se han encontrado a lo largo de los años no es fruto de una intervención divina y niegan que los documentos históricos realmente supongan una prueba clara de la existencia de Jesús de Nazaret. Según ellos, todo se trata de un sincretismo.
Crucifixión, muerte y resurrección
En víspera de la Pascua Judía, Jesús se reunió con sus apóstoles en la conocida “Última Cena”. En ella, predijo ante sus seguidores que sería traicionado por uno ellos. Poco después, tras la traición del apóstol Judas Iscariote, Jesús fue capturado por los guardias del sumo sacerdote. El consejo religioso judío, le declaró culpable de blasfemia, ante la afirmación de que él era el Mesías.
Se le condenó a la pena de muerte. Fue así como el gobernador romano de Judea, Poncio Pilatos, pese a intentar exculparse de la sentencia dictada, accedió a cumplir la pena que determinaron las autoridades judías. Conforme consta en los escritos de los evangelistas, Jesús fue torturado, azotado, difamado y humillado. Rasgado de sus vestiduras, le clavaron en la frente una corona de espinas, para que recorriera el camino cargado con una pesada cruz de madera hasta la cima del Monte del Calvario. Poco después expiró a través de la crucifixión, un método de ejecución utilizado por los romanos en aquellos tiempos que consistía en clavar en la cruz al condenado y dejarle allí hasta llegar su muerte. Cuando Jesús entregó su vida, el suelo tembló y el cielo tronó. Sus discípulos, se encargaron de recogerle, ungirle y velarle. Ninguna de las fuentes indica la fecha exacta de su muerte.
Guardaron su cuerpo en una pequeña cueva, sellada por una gran roca. Según los evangelios de los apóstoles, al tercer día, cuando volvieron al sepulcro, el mismo se encontraba vacío. Jesús había resucitado de entre los muertos y ascendido a los Cielos.