Howard Carter fue el más célebre arqueólogo, antropólogo y egiptólogo inglés. También destacó como inspector jefe del Departamento de Antigüedades del gobierno Egipcio. Nacido un 9 de mayo de 1874, en Rich Terrace 10 (denominado hoy Richmond Mansion), Kensington-Londres, aunque vivió su infancia y adolescencia en Swaffham, Norfolk.
Fue el menor de once hermanos (10 niños y 1 niña), su madre fue Marta Joyce Sands, su padre fue Samuel John Carter, quien dedicó su vida al arte y fue muy reconocido por su talento como retratista de animales y de la aristocracia rural, también era ilustrador del Illustrated London News; además le enseñó a su hijo menor todos los principios básicos sobre el dibujo y la pintura.
Howard Carter. Edición por Escueladeletras.com. Original por Cassowary Colorizations. Flickr.
Primeros Años de Vida
De pequeño demostró destreza con el lápiz y el pincel, según textos de su propio diario, comenzó a ganarse la vida haciendo pinturas de “loros domésticos, gatos y perros mordedores y malolientes”, pero supo que no iba a seguir por mucho más tiempo la carrera de su padre.
Educación
A pesar de ser un niño inteligente, por contrariedades de salud y monetarios no pudo seguir asistiendo a la escuela como el resto de los niños de su edad, como consecuencia, la educación formal que recibió fue sumamente mínima.
Nacimiento de su Vocación, y una Oportunidad
Cerca de su casa vivía una familia muy poderosa, los Amherst, para quienes su padre era un amigo y empleado, pues ya le había hecho varios trabajos. En esa casa fue donde el adolescente Howard Carter quedó hipnotizado con la cultura egipcia debido a la maravillosa colección de antigüedades que poseía la familia. Un día en 1891 la familia Amherst recibió una visita inesperada de un antiguo amigo llamado Percy E. Newbarry, quien era un famoso egiptólogo y trabajaba para la Egypt Exploration Fund (EEF), el cual se interesó mucho en el estilo pictórico de un cuadro que representaba al caballo que utilizaba la Sra. Amherst, y presentó su afán por encontrar a alguien que poseyera tal técnica en la pintura, para que lo acompañara en sus campañas como copista de la EEF.
Así fue como el joven, a la corta edad de sólo 17 años fue postulado para el trabajo y posteriormente, enviado a Egipto después de 3 meses de entrenamiento en el Museo Británico de Londres.
Llegando a Egipto
Trabajó bajo las órdenes de Newbarry transcribiendo escenas y algunos textos de las tumbas de la necrópolis del Reino Medio en Beni Hassan. Desde su llegada asimiló y aprendió a trabajar bajo la metodología de la EEF, pero poco más tarde implantó su propia metodología, ya que el modus operandi de la EEF era trazar simples contornos a modo de copia de los relieves y pinturas de las tumbas, después estos serían entregados a Inglaterra y una vez allí, eran rellenados y detallados. Carter supo que esta manera de trabajar hacia más probable que se perdiesen muchos detalles de importancia.
Después de Beni Hassan, se fue con Newbarry al yacimiento de Bersheh, donde no desaprovechó la oportunidad de dibujar a su manera, contorneando las figuras y añadiendo detalles interiores, tantos como fuesen posibles. Años más tarde, esta técnica paso a ser el estándar de la EEF.
A finales de 1891, Howard Carter llegó a Tell el-Amarna bajo el mando del egiptólogo Flinders Petrie, el tiempo que pasó con Petrie le sirvió a Carter para fortalecerse como dibujante y además, para aprender la rama de la arqueología y la egiptología.
En 1892, llegó a sus oídos la terrible noticia del fallecimiento de su padre, lo cual lo sumió en un intenso decaimiento del que tardó meses en recuperarse, perdiéndose parte de la campaña. Después de esto, regresó a Beni Hassan con Newbarry para trabajar. Para ese entonces su trabajo y sus dibujos habían ganado una muy buena popularidad, lo que lo llevó a ser el dibujante oficial de las excavaciones británicas del Archaeological Survey.
En 1900 a sus 25 años, Gatson Maspero, Director del Servicio de Antigüedades de Egipcio, le otorgó el puesto de Inspector General de Monumentos del Alto Egipcio y Nubia, lo que lo llevaría a convertirse en uno de los egiptólogos más famosos para ese entonces. Con su nuevo cargo, se dedicó a inspeccionar los depósitos de la zona, y se hizo cargo de la instalación de la luz eléctrica en Abu Simbel y el Valle de Los Reyes, una noche al volver a casa en su caballo, éste cayó al suelo y abrió un agujero con las patas traseras, al que Carter bautizó como Bab al-Hosan (la puerta al caballo), el cual resultó ser el acceso a una cámara que llevaba al templo funerario del Rey Mentuhotep II. Más tarde realizaron una apertura oficial para abrir lo que parecía ser la tumba de dicho rey, pero sólo encontraron un sarcófago vacío, y una estatua en granito negro del rey, entre otras objetos que hoy pueden contemplarse en el Museo de El Cairo. Pese a la gran importancia del hallazgo, ante las expectativas que se habían creado, quedaron decepcionados.
Su carrera llegó a su fin en 1905, en un altercado con unos turistas franceses borrachos, donde se vio involucrado el cónsul general francés, y el carácter tosco y brusco de Howard Carter lo obligó a ceder su puesto en el Servicio de Antigüedades.
A partir de ese momento, Carter subsistió con ayuda de su talento artístico vendiendo cuadros y acuarelas a los turistas, y ofreciendo sus servicios como guía.
Tut-Anj-Amón
En 1908 Maspero le presentó a Lord Carnarvon, un hombre adinerado y aficionado con la arqueología, quien buscaba un arqueólogo que lo guiara. Juntos trabajaron en varios yacimientos como Sakha y Tell Balamun, cuatro años más en Karnak, Luxor y algunos lugares de la orilla oriental del Nilo. Fue en el Valle de Los Reyes-Luxor, el 4 de noviembre del año 1922, cuando estaban a punto de desestimar el proyecto y tirar la toalla, cuando Howard Carter descubre la tumba perdida de Tut-Anj-Amón (conocido popularmente como Tutankamón), con su ataúd de oro y su máscara dorada. Carter telegrafió a su favorecedor: “Al fin he hecho un maravilloso descubrimiento en el Valle: una tumba magnífica con sellos intactos; tapada como estaba hasta su llegada.”
Asimismo, a Carter se le atribuye el descubrimiento de las tumbas del faraón Tutmosis IV, y de la reina Hatshepsut.
Fallecimiento
En 1932, enfermó de linfoma y nunca pudo recuperarse, pasando así los últimos años de su vida en el Hotel Windsor Palace de Luxor. Y el fatídico 2 de marzo de 1939, muere a los 64 años en su casa de Kensington. En su tumba se escribieron dos frases para acompañarlo en su pasión egipcia insinuando los Textos de las Pirámides:
- “Tú que amas Tebas, que tu espíritu viva, que puedas pasar millones de años, sentado con tu rostro hacia el viento del Norte, y los ojos resplandecientes de felicidad”
- “Oh, Noche, extiende sobre mí tus alas, como las estrellas imperecederas”.